miércoles, 24 de noviembre de 2010

Ismos


Parece manía de los hombres y mía, contar aquello que falta y lo que alcanza, la promiscuidad del valor se basa en la propia conveniencia; a veces queso, a veces nada. Y cuando hay suerte, el propio gusto.

Es extraño, pero hay sabores que se quedan guardados, a pesar de no haberlos probado, como el de la numeralidad que es como a descanso, como libertad; pero mientras tanto me conformo con el sabor de mi tabaquismo, que se le parece a la libertad y al descanso… ¿será como baila el humo?, ¿cómo desaparece sin que nadie lo extrañé?. Quizás no se llame tabaquismo, más bien humismo.

Otros recurren a otros “ismo”, es cosa de cada cual, pero el único que no me gusta es el fanatismo, y es que un ismo no debería anteceder a los yoes y tues, si no inevitablemente caemos en el individualismo; aunque es debido decir que este último puede acompañarse de numeralismo. Y es que quien puede negar que aunque no nos guste como huela o de donde proviene, ayuda a vivir, ayuda a nuestros ismos y a mantener ismosidad de nuestras vidas.

Otra cosa son los racismos, que perecen racimos, porque son muchos; pero estos a diferencia no saben rico, más bien son amargos y adhieren fácil con el prejuicismo, que también es una antesala al fanatismo.

Yo por mi parte alimentos mis ismos, la numeralidad los hace posible; pero el único gratis que tengo es mi imaginacionismo, amorismo e ideismo. Y tengo suerte, porque para algunos estos últimos tampoco son gratis.



NB














viernes, 12 de noviembre de 2010

Santiago


Huelo voces, sonrío aparentemente, intento dirigir mi rostro hacia la salida, busco un pensamiento de paz, pero las nauseabundas miradas me rodean, las caras sudadas, sus muecas de muerte. Y yo no soy diferente…


Maldito verano en Santiago, maldita gente y maldita yo, maldito humo que me circunda y a lo lejos oigo metales que se revuelven al son de la autocompasión de un ciego a la salida del metro, un murmullo constante y el agobiante temblor de la llegada de cada tren a la estación.


Busco aire y me siento en las baldosas frías, y ni miro si a alguien le parezco estorbosa, porque todo el resto se traga mi voluntad, se comen mi alegría y manosean mis ganas de estar.


Maldito verano en Santiago, cuando me levanto suponiendo que veré la cordillera y me encuentro con miles de torres de cemento, busco aún más arriba y me aplasta la ahogante atmosfera, el silbido angustioso de lo que aparenta ser aire que se escapa por las latas de mi entretecho.


Me baño y rasguño ese aire pegado a mi piel, rasguño la negrura acumulada y entre mis cabellos toco mi cabeza y mis dedos masajean con un ritmo complaciente, agarro mis mejillas con los dedos en mis cuencas y aplasto intentando despertar, pero sigo ahí...





NB

Escarcha

Esto lo escribí hace algunos años, a veces es bueno recordar, ahí les va:

Estoy en tu pecho, oyéndote. Estoy intentando ser parte de él, intentando fundirme, intentando tocarte y quisiera sobrepasarte, quisiera no estar aquí, simplemente estarnos. Mas no puedo entrar y me limitas y te limito; estamos tan lejos.


Y es que es tan clara esta inusual cercanía, sin embargo, estamos tan lejos y es que la piel nos limita… y es que no te puedo tocar.


Quiero inventar que lo logro, quiero inventar caricias, tan solo recrear y jugar a que si podemos ser uno, jugar a que desde mi lejanía sobre tu pecho puedo estar mas allá de lo que físicamente nos es posible, jugar a que nuestros compases se ajustan.


Y sernos y coexistirnos, amarnos, compenetrarnos, suspirarnos y yacernos; tan solo morir, existir como nadie ha podido y morir acoplados, ser solo un compás.


Pero solo muero, muero masticando un recuerdo, abrazando un aroma, intentando atrapar en mis manos su carne y su existencia. Y me muero y mi piel se enfría, tan solo muero.


Y tú me miras, desde tu dura complacencia, desde tu muerte y luto.


Estamos escarchados, lo sé.


Natalia Bevilacqua

miércoles, 7 de julio de 2010

Cuando visito a mi novia

Entre cerros y laderas,
entre playas y riveras,
entre calles de lamentos y veredas de pena.

Ahi voy yo al galope de mi fiel corcel de sangre pura y noble estanpa, merodeo los senderos de Santiago de nueva extremadura, y a no mas de un kilometro de las alamedas, en un carrueje doble veo tu bello rostro somnoliento; bajas a pocos pasos de tu hacienda patronal y caminas sin importan si tu vestido se moja con los charcos de agua.

Y yo radudo en mi corcel, cuando decido parar para saludarte, mi fino compañero decide seguir sin previo aviso unos cien metros mas... ahi logro decender del corcel y sin mas que decir decido correr a tu portico y encontrarte presta a llamar para que anuncien tu llegada y habran los robles de manijas de oro... de pronto te alcanzo y extiendo mi mano, tu te volteas, te sorprendes con alegria, nos acercamos, nos besamos y como siempre yo te digo - ¿sabes mi amor?, cuarta vez que tomo la micro fuera de la U y en vez de parar en carmen con matta me deja frente al negocio del maestro, eso me pasa por irme adelante y no pagar el pasaje mira que soy pavo, todo sea por la economia... -.

Arturo Matamala.

miércoles, 16 de junio de 2010

Mi boca sabía a...

a

a

Mi boca sabía a té, eso era un claro indicio de haber estado en casa de mi madre, las cosas parecían más claras, como si ella fuese mi oráculo o algo por el estilo. Y mientras caminaba recitaba algunas palabras, algunas frases, cosas que “debía tener siempre claras”, cosas como dignidad, sabiduría, imparcialidad en mis decisiones, rodearme de cosas que mantuvieran mi felicidad…

a

a

Mi boca sabía a tabaco, eso era un claro indicio de que salí de casa de mi madre con las cosas tan claras, que me dolían, más que si aún tuviera esa cuota de esperanza o “estupidez”, como sea; estaba más oscuro. Lo que pasa es que cuando uno se hace consciente, todo pesa más, más que ser una simple victima o peón del juego.

a

a

Entonces juego con las opciones moralmente permisibles, las fantásticamente posibles y las que me llevan a nada y estas últimas son las que mas me gustan. Resultaba que era un día normal, y los siguientes también y no haría más que sentarme a ver que pasa si no hago nada; tiendo a jugar con los límites, pero a veces me topo con ellos y solo me da tiempo para sentir el golpe de caída.

a

a

Mi boca sabía a chocolate, era un claro indicio de que la fecha tope se acercaba y me había abandonado a la terrible ansiedad de llenarme con azúcar en vez de respuestas, solo eran las diez de la mañana y mi día ya había acabado, no pensaba levantarme salvo cuando las provisiones se acabaran.

a

a

Pero resulta que llega la motivación de forma repentina, de algún comercial o un leve pensamiento y de pronto me hallaba duchada, depilada, maquillada y lista para desenredar mi vida. Entonces desempolvo mis neuronas, me pongo una chaqueta y embisto al día con mi presencia en las calles.

a

a

a

Natalia Bevilacqua

No somos esfinges

Antes de todo aclarar que no se trata de un texto político ni económico, es de las idiosincrasias que ha generado la igualdad de género com...