domingo, 6 de enero de 2008

Habitante de un claro quemado en el siglo XXXII

Cuando Brandeis despertaba solo lo hacía por el reloj, la angustiosa jornada del aire instantáneo, la luz de las ampolletas en lo alto del cielo solo querían decir que no existía la noche silenciosa, ni una luna en la oscuridad.

Al salir de la cama el desayuno, solo un energizante y un par de calmantes, el café y la leche estaban obsoletos. Luego la ducha, insensible, desnudo e incomprensible, delgadez exagerada, la vanidad hecha trizas y la belleza… un atributo de pocos.

La ropa fría y elástica, de una industria que solo vende de una talla, el genérico.

Las calles solitarias y silenciosas, el fúnebre comenzar de Brandeis, la laboriosa tarea de vivir, donde cerrar los ojos y sentir su humedad es lo mas humano que le va quedando, donde querer morir es el mas sensato de los pensamientos, donde una flor no existe, donde la familia no existe, donde vivir es solo respirar y el vaho de su aliento solo significa que algo de calor tiene su corazón, que algo mas tiene… pero no sabe qué.

Las líneas de su mano no le dicen nada… sus colores no le dicen nada, solo respira, así como se ha hecho por años, sin ritmo ni valor.

Brandeis tiene el presentimiento de que había algo mejor antes, de que antes existían cosas mas simples pero mas bellas, tiene el presentimiento de que la oscuridad es mas bella que ese foco en el cielo, tiene el presentimiento de que alguna vez la tierra fue bella… presiente que en el pasado algo se perdió y el lo quiere recuperar.

Pero es más sensato morir.
¡¡Todos mueren y nadie llora!!... Brandeis morirá, el habitante de un claro quemado, eso significa su nombre y morirá.

Y nadie llora.

No somos esfinges

Antes de todo aclarar que no se trata de un texto político ni económico, es de las idiosincrasias que ha generado la igualdad de género com...