El ocaso de nuestras palmas prende en la sangre
como el sol embravece al mar a las siete…
yo se que lo recuerdas.
Y en la somnolencia de no llegar al abismo de Morfeo,
escucho su voz susurrando; recitando mi nombre,
mientras sus empedradas caricias construyen su camino enceguecido
me quedo junto a su compás silencioso
a su razón endurecida y su alma caída.
En su cadencia y su piel hay cristales,
hay argumentos y verborrea que nada importa para mi amor
y es que el ritmo de su vida y su andar vertiginoso
han dejado grietas en nuestra casa,
pero su voz no se ha disuelto, sigue en miel.
El aire se fuga por las grietas de nuestra casa
y el frío nos cubre las pieles,
mientras el ocaso de nuestras palmas prende en la sangre
como el sol embravece al mar a las siete…
yo se que lo recuerdas.
NB
Para una eclipsada mente escribir es mas posible y si la persecución no tiene fines claros es mejor aún; es como no tener fines de lucro. Eso es lo que anhelo encontrar...
No somos esfinges
Antes de todo aclarar que no se trata de un texto político ni económico, es de las idiosincrasias que ha generado la igualdad de género com...
-
Escribir mientras uno oye a Mozart tiene resultados extravagantes, y aqui les muestro lo que pasa al hacerlo mientras oyo Requiem en D menor...
-
Sobre gustos pecaminosos puedo decir mucho, desde aquellos inocentes que por sólo gustar mucho son culpables, hasta aquellos ocultos que qui...