martes, 30 de diciembre de 2008

Anteanoche

“Como luciérnagas me acechan fugaces recuerdos de sueños empapados de cansancio y sopor, manchados de ilusión y desconfianza, llegan a mí como realidades supuestas, como producto de algún programa novelesco travestido de dulces posibilidades.

Son fantasías, el último soplo de vida antes de abandonarlo todo ante las inusuales representaciones de mi inconciencia. La indolencia de aquellos personajes que no ven que los miro, que siguen con normalidad, mientras yo observo y envidio sus posibilidades y realizaciones. Son mis fantasías, donde hasta yo me he atrevido a aparecer, pero parece un intento fingido, como que no se puede desprender de la perra conciencia, que le repite “¡Vamos! Tú nunca ocuparas ese lugar, tú jamás serás así, no lo malgastes, no realices sueños en esta tierra infértil…”

Así noches completas y existencias infinitas han pasado frente a mi pesar, frente a mi esbozo de algo mejor.

Esta noche es diferente, hoy solo evoco, como si fuera mi niñez, todas esas fantasías, todo el papel picado y los cigarrillos; de los que solo recuerdo una mancha roja en medio de tanta oscuridad…”


sábado, 10 de mayo de 2008

Por simple encanto

Las pesadas dagas son todo mi peso, me desplazo por simple encanto; donde tu piel se aviva mientras tu alma se hiela y el inconfundible latir se hace impreciso; me desplazo por simple encanto, en donde el hedor de tus bramidos me dejan entrar y la simpleza de tu mente cree enloquecer. Rozo tu carne y me anticipo a recoger tu elixir de sal mientras se vuelca todo en tu enllaguesida esencia.

Hay persecuciones en tu mente mientras hiervo tu alma y se que tus ojos se ampollan de tanto clamor, se que mi camino salpicado de ti me lleva a tu cima y se que esa cima es un monte reverso; una cuenca embravecida.

Y llego ahí por simple encanto; por tu miembro latiente… le llamas corazón y yo carne; me llamas pena y yo no tengo peso ni gravito en ti, solo caigo por mi carga, las pesadas dagas son todo en mi y si eclipso tu mente se disipa el estío y ni la lluvia ni la oscuridad es tan densa como yo.

Entro abriendo todo en ti, palpando hasta el más abandonado lamento. Te tomo de las carnes y mastico tu miembro latiente, mientras avanzo por tu reflejo y cuando ves tu enlutada figura ves también la azulada necrosis de tu mirada y casi me veo… casi me faculta tu lenta marcha hacia el balcón y como por nigromancia sé que pasará. Ya ha fecundado mi roce en tu carne todo el dolor.

Y me quedo ahí por simple encanto…

viernes, 9 de mayo de 2008

“Desde mi Inconciencia”



Puedo olerte desde mi inconciencia
y en cada sueño tú presencia.
Tu esencia me recoge y me abandona.
Y mi lengua se mueve involuntaria,
buscándote, casi sintiéndote, recogiendo sabores vanos.
A veces me hundo en mis pensamientos
y reverbero en lo que siempre quise.
Finalmente despierto en mi menguante amanecer,
donde el sol no se atreve a pasar.
Donde cada cosa respeta mi luto;
donde cada cosa no se atreve a calmar mi llanto.

Pero cada vez puedo olerte en mi inconciencia
y pensar con amargura que es solo un recuerdo…
de vuelta a pensar con mil mentiras
que no era el momento nada más,
pero en mi inconciencia el velo se deja abrir
y sé que no era amor,
sé que no era bella
y sé que esos momentos soñados se mantendrán ahí;
aunque con mil mentiras me diga
“que no era el momento”.

Puedo olerte desde mi inconciencia
y me acuna tu dura imagen quebrada para tocarme,
su indolente rostro esbozando una fascinante sonrisa.

Puedo olerte desde mi inconciencia
y casi beber tu esencia,
casi puedo recargarme en tu pecho y sentir tu sexo,
mientras tu cuello vibra al hablar;
pero solo puedo olerte...

desde mi inconciencia.




Natalia Bevilacqua




lunes, 14 de abril de 2008

La rosa se fue con el siniestro

Era un día de todo sol. Toda alegría. Y la gente parecía enrostrada, mientras en mí simplemente había una leve sensación de agitación, una leve sensación de felicidad, una pizca de revoltosa juventud y una rosa que pululaba en mi cabello cada vez con cada risa y suspiro. De mi vientre venía el calor de estar viva, era como fresca y sabía. Un cosquilleo leve me delataba pues sonreía como si tuviera una razón para ello, pero estar respirando el aire que me atenuaba, me mantenía elevada. El oxigeno me sobraba, la piel se me hacia poca. Una libertad extensa, una sonrisa sutil.

Estaba como llena y mi saliva sabia a risa. Tanto bien no puede estar bajo mi carne, tanta paz no podía durar mucho. Siempre ha sido más fácil escribir de desgracias, pero la rosa no sabía de eso.

Y entre tanta alborada se acallo la rosa junto a su caída, así llegaba en sigilo el siniestro. Y en una caída más seria suya, yo del siniestro. Y mi agitación no era de júbilo, ahora era mi falta de aire. Querer escapar. Podía oler mi ansiedad y el miedo también. La rosa observaba triste porque murió y yo no volví por su frágil causa. Corrí con mis fuertes piernas y el hedor de mi error, de mi ignorancia e infantilismo me seguía, cuan sombra te sigue hasta que se apodera por la noche junto a mil sombras, odiando a la noche junto a su luna viví para escapar de ella, pues sucumbiría en la soledad de mil estrellas si no escapaba.

Pero mi rosa no volvería y ni la mayor alegría la haría colorearse de rosa otra vez. Al menos yo estoy bien; escapando y persiguiendo mi bien mayor.

lunes, 31 de marzo de 2008

San Sebastian - Sonata Arctica

Esta canción, me emociona de felicidad; supongo que es el ritmo, la voz, la bateria, la guitarra...
Ahi va!



Ella latía

Su cabeza latía, el dolor invariable de su pesar y toda la verborrea de sus padres. Ella ahí, menguante en su cama y las sobrepuestas imágenes de su pecado con los gritos de su madre, la decepción y la angustia. El devenir incesante e impostergable.

Su corazón latía, como si todo no fuera suficiente. La soledad de su momento más triste; clamaba por que la contuvieran como alguna vez lo hizo sin ninguna razón. Latía de pura soberbia, pues no había que pensar mucho para saber que era un sentimiento inválido y postrado a ser siempre una fantasía.

Su estomago latía de puro vértigo de verse caer y no saber donde, de caer y no querer saber donde; latía de ganas de vomitar, como quien se deshace de una cría desforme.

Su vientre latía, clamando a punto de llorar así como un cerdo antes de morir; latía como si hubiera un cerdo esperando, inescrupuloso, insensato y analógico de todo lo que ocurre afuera.

Sus manos latían de vacío, como si quisieran tomar la cuerda que distrae al abismo; como si ella existiera. Por que ya no espera una mano para su mano, sus palmas no la reconocerían. La soga era lo que buscaban en su oscuridad y a ratos abrazaban sus propios brazos, como queriendo contener lo inevitable.

Sus labios latían repitiendo lo que nunca dijo; latían contando el tiempo y sintiendo como el calor se iba con su esperanza, lo hacían como si besarán. Pero era irónico, esos labios jamás volverían a besar. Latían exprimiendo el último momento con sabor a odio, el último momento con la agria sensación de haberlo hecho mal. Y por ultimo latían pidiéndose perdón a sí misma.

Ella latía sin esperar más que terminar de caer.

sábado, 1 de marzo de 2008

La Vida

Fosforescencias y luces, luego una insustancial oscuridad, no podía definir que era lo que había, solo la noción de lo que no había y digo noción por la ausencia de un recuerdo al menos, pues no había nada que se asemejara a lo que yo conozco; una difusa, ambigua y neutra insustancialidad en el aire. Eso era como vagamente podía describir este “no se que”.



Pero de a poco cayó el velo y ahí esta frente a mi la maravillosa maquina, casi salida de un cuadro de Giger y su ocupante de anatomía similar a su maquina, como imitando patrones. Nos observamos y al menos yo pensaba - no estoy soñando, esto no es obra ni de mi inconsciente, que cosa mas incomprensible, esto jamás lo soñaría yo – pero me negaba a creer lo que mi vista me develaba, entonces pensaba – estoy soñando el sueño de otro, de una artista o un psicópata, quizás que me ha ocurrido, pero esta no es mi mente, podría ser la de un ciego que cree que así es la realidad que su vista no le permite saber o quizás es la mente de (…) – así comencé a tejer teorías mentales acerca de la inminente realidad que tenia frente a mi, la temerosa posibilidad de que eso no era mental, le negativa de la mente al conocer algo diferente, algo fuera de juicio, algo extravagante y amenazante.



El miedo era la dinamita, en cualquier momento correría o lloraría de incomprensión. Pero podía leer algo detrás de todo este inusual escenario – No debo temer de la mente, ni aunque no sea la mía, ni sepa en que clase de rincones termina esta realidad extraña, por que se trata de imaginación y esto no le hará daño a mi integridad física y en cuanto el dueño de esta inconciencia regrese a la realidad yo lo haré con él – así, imaginativamente me sentí segura frente a la extraña realidad que me rodeaba.



Luego de un largo rato y de haberme dado cuenta que no había peligro mi espíritu indagativo despertó, era imposible no querer dialogar con tan rara maquina o ser o “no se que”. Entonces ocurrió que al yo llenarme de valor este ser avanzó y se irguió a mi lado y me dijo en mi idioma – Buscaba vida fuera de mi esfera, conocimiento y esperanza y ahora que tus ojos han dejado de verme y solo tu mente me ve es que me atrevo a acercarme, así a tu lado, como tu igual, mente a mente y no juicio a juicio… – me cautivó lo que decía, creo que me convencía la sutileza de su habla, de que esto no era el sueño de nadie…



El ser siguió hablando:

-No vengo de muy lejos y si, soy un ser, pero de otra esfera, que era así como esta, pequeña e infinitamente bella, vengo de un lugar que se asemejaba al tuyo; un lugar, que ya no se le puede llamar planeta, solo esfera, un lugar que ya no contiene, por el contrario mi raza contiene, de una tierra muerta y un centro podrido, podría cansarme de describir la pobreza y las tantas aristas en las que se presenta, que penosamente se han de evidenciar todas en mi pequeña y ya frágil esfera, podría cansarme de describir la pobreza y te preguntaras de que clase de pobreza padezco; mi pobreza es la profunda pena que me ha hecho abandonar mi lugar, también es la cobardía de no quedarme a ver el final y esa es solo parte de mi pobreza y mi pobreza es minúscula al lado de la pobreza de mi tierra.

El llanto de mis compañeros y la guerra… vencidos por lo que por tanto tiempo habíamos construido; la guerra contra nuestros errores pasados. No solo mi tierra es infértil, los úteros también y no se si por desgracia pues no quisiera que mi descendencia sufriera lo que yo. Por ello mi raza esta destinada a la muerte y aunque algunos luchan por ello, ya no vale tal batalla, si no fuera por el destino o designio seria por voluntad, un suicidio colectivo quizás.

Y ahora tú me oyes decirlo sin sentimiento, pero mi causa es que ya no me queda ni espíritu para describirte con emotividad todo lo que me acontece, ya estoy seco de la pobreza que me llena. Tan seco que me rindo a tu conocimiento acerca de la vida, pues lo único que sé de eso es la utopía que me describió mi progenitor, la utopía que me dijo que existió en mi esfera alguna vez, pero que ni él la pudo conocer.

Me rindo ante tu conocimiento acerca de la vida porque no quiero fallecer sin saber que es estar lleno de las riquezas que leo en tu fuerza y tu aliento. Pero no pretendo poseer tal vida, tan solo quiero saber. –



Ese fue el conmovedor discurso de ese ser, pero yo lamentablemente no era el indicado para esa labor, lo que hizo su padre, de contarle acerca de la vida es mas fácil que describirla cuando se la ha conocido y a pesar de ello nunca se ha pensado en ella, ni se le ha intentado significar o valorar al menos. Yo no era el indicado, por que mi forma de ver es insensata, mi forma de ver es cuantitativa y trivial, calculadora en pocas palabras… nunca valorica. ¿Qué podía decirle yo acerca de la vida si ni yo se que es?



Me lleno entonces una profunda pena, pena de siempre haber estudiado al hombre y su realidad, de haber justificado tanto mi manera de pensar, pero jamás se me ocurrió pensar en que justificaba al hombre y su realidad, en la fuente de tanta inmensidad e infinidad, simplemente yo no era el que este ser buscaba.



Y cuando me disponía a decirle algo él se adelantó y me dijo – Entiendo, pero obsérvame, alguna vez mis antepasados fueron similares a ti, desde lo físico a lo mental, tiernos, amables, ingenuos y ansiosos de conocimiento; alguna vez mi raza no fue mitad androide, por que lo que tu vez esta bien lejano a lo que genéticamente soy. Alguna vez nadie se cuestiono la vida en sí, si no que apetecían conocerla para manejarla y cambiarla, quizás simplemente justificarla pero sin saber como es la vida en sí. Creo que eso te ocurre a ti, quizás como a todos los de tu raza, pero indiscutiblemente tú sabes más de eso que yo, por eso me rindo ante tu conocimiento, te ruego algo de saber. –


Yo a estas alturas estaba convencido que esto no es un sueño ni mío ni de nadie, era tan real que no podía negarme a su petición y aunque no me convencía de que yo era capaz de enseñarle, tampoco podía negarme, era lo mas simple y humano que me han solicitado pero al mismo tiempo lo mas difícil que me han propuesto.



Le dije – Lo acepto, como un desafío, pues también es para que yo conozca que es la vida, lo acepto pero como tu igual, no para que te rindas a mi, pues en este camino quizás quien sepa mas de la vida no soy yo, si no tú. Lo acepto por que veo en tu ojo algo de mí y no es el reflejo, es el destino de mi raza también.

Ahora te invito a mi tierra y también a que te quites eso que tu dices que te aleja de mi, a que te quites tu parte androide, pues en mi tierra así percibimos el aire, los sabores, la música y el cariño. –



Sorprendentemente me hizo caso, rápida y torpemente, sin decir nada; se quito cables, capas metálicas, tubos y mangueras, se quito sus guantes y debajo de todo se quito algo así como una placenta que lo cubría. Finalmente ahí estaba él, delgado y frágil, ahí estaba él simplemente y lo llevé a casa.



Al llegar se lo presenté a su espejo, me imaginé que jamás se había observado tal cual, sin la pesada maquinaria que lo encarcelaba en su insensibilidad. Ahí se lo presenté, parecía confuso, emocionado, curioso, asustado y excitado. Ahí se quedo largo rato, frente al espejo y luego lloró y me dijo – Nunca me han faltado palabras para describir lo que veo – y lloramos juntos, tampoco yo podía describirlo.



Pasaron algunos días, creo que a los pies de un mes y yo ya le había contado de mi, de mi historia, del planeta, de cultura, de células y anatomía, también le hable de amor, de esperanza, de fe, de libertad, hermandad, tristeza, odio y tantas cosas que dudo que le haya descrito con total autenticidad. Le hable de leyes físicas y químicas, hasta de filosofía y mis teorías existencialistas, creo que nadie me ha escuchado con tanta atención como él. Hasta que un día le pregunte si yo era un buen orador, que si estaba satisfecho con la enseñanza y me dijo que si, que su vida nunca había sido tan rica como ahora y que con solo escucharme podía comprender así como lo podría hacer si fuese empírico, que estaba mas que satisfecho... estaba feliz. Entonces seguí con la enseñanza.



Vivió conmigo durante un año y algo mas. Entonces le pregunte – ¿hasta cuando vivirás conmigo? Ya no se que mas enseñarte, no me quedan libros que mostrarte y sabes tanto como yo acerca de la vida –



A lo que me contesta – Creo que aun no me enseñas nada acerca de la vida, me has definido tu mundo solamente, pero la vida trasciende eso, la vida no son matemáticas ni libros, no son conceptos tampoco. No se que es la vida, solo se que no es nada de lo que me has enseñado –



Entonces como milagro recordé el día que nos habíamos conocido, recordé las fosforescencias y las luces… y también la oscuridad y le contesté – Cuando te conocí pensé que era un sueño, un sueño de otro, pero ahora que ya ha transcurrido el tiempo creo que lo que me impedía creer en esa realidad era que era ese “no se que”; esa angustiante sensación de oscuridad, la que había descrito como una oscuridad insustancial, fue una oscuridad no negra, si no incolora, como la oscuridad que hay en el vacío, insustancial simplemente, mas que infértil, mas que muerta por que eso implica que alguna vez si fue fértil y viva. Eso era lo que te rodeaba y en tú hablar inexpresivo había mas de lo mismo, había de eso que tu llamabas “pobreza”, una infinita pobreza te rodeaba. La vida que tu quieres que yo te enseñe es simplemente lo contrario a lo que tu llamas pobreza. Pero no creo que alguna vez te pueda enseñar que es la vida, puedo definirte de mil maneras tú pobreza, pero la vida es infinitamente indefinible. Y apostaría mi honor a que si regresas a tu esfera te darás cuanta de lo infinitamente rico que eres y no es por el conocimiento adquirido es por que en tu mirada ya no veo el destino de mi raza, veo sentimientos y pasión.

Si quisiera saber algo acerca de la inmensidad que me rodea me conformaría con ver tu ojo, por que ahí hay más sustancia que en cualquier descripción que se pueda hacer de la vida.

Y esto es parte de esa vida, la inconformidad, pues cuando la descubrimos vemos que es tan simple y tan básica pero nos frustra el no poder decir siquiera una palabra de ella. Quizás eso no es vida, quizás me equivoco, pero yo te aprendí y soy feliz cada vez que me miras, por que simplemente estas vivo, por que el latir de tu corazón justifica tu pulso, pero tu mirada justifica tu existir. –



El llanto colmó a este ser antes de poder terminar de hablar y me dijo que necesitaba algo punzante, y le di todos los objetos punzantes y filudos que tenía, desde cuchillos a jeringas y lápices. Pero no le pregunte para que.



De repente todo se desvaneció, literalmente. Mi vista se nublo o todo se nublo, no estoy seguro si era mi realidad o la realidad en sí, pero se desvaneció frente a mis ojos, caía la realidad tan lenta como cae la noche, tan bellamente como el atardecer y tan triste como una noche sin luna ni estrellas, caía así la realidad, así como despertar… y fue así, desperté, desperté del despertar de otro, así tal cual… estaba en mi cama, en mi casa, todo aparentemente igual. Y yo desorientado, solo sabía que todo había sido un sueño, un sueño que no podría soñar yo, un sueño robado.

Así desorientado salí a la calle y compré el periódico y tan solo había transcurrido una noche y estaba atrasado para ir al trabajo…



Así de fácil continué con mi vida, como se continúa luego de un sueño, así de simple, con la cotidianeidad de mi raza, con la habituación de la costumbre y tan solo una leve y extraña pena de darme cuenta que fue y no será nunca más.



Continué mi vida. Y un día después de algunos otoños vi la televisión, una noticia sobre descubrimientos espaciales, donde el periodista con tono de misterio resuelto le contaba a los televidentes que se descubrió un planeta, seco, sin vida ni nada, simplemente todo muerto, pero curiosamente detrás del planeta, en su lado oscuro había algo así como un jeroglífico gigante, de un ojo, de ahí varios expertos daban su veredicto frente al tema y concluyeron finalmente que dada la composición de la tierra que luego de una exhaustiva investigación arrojó que no hay ningún vestigio de materia orgánica, este planeta no tiene vida, es más, sin importar los esfuerzos jamás habrá vida ahí y que ese “jeroglífico” no es mas que un accidente geográfico… el televisor continuo prendido el resto de la noche, pero mi atención no estaba ahí, yo no podía creerlo.



Saqué mi cama al patio y en ese instante cayó la primera lluvia del año, aquel otoño con mi cama afuera y yo entre sabanas observaba el cielo; que sutil magia me rodeaba, que hombre mas feliz era yo, de saber que soñé en el sueño de él, de saber que no termino como terminó para mi aquel sueño… que fue trascendente.



Poco a poco la lluvia cedió y antes de amanecer pude ver con claridad las alturas, pude recordar con claridad el sueño y después de esa noche volví a mi cotidianeidad pero ahora me justificaba mi existir no mi pulso. La vida sin más complicación. Y la convicción de que fue mas que un sueño, fue uno de los márgenes de la realidad... simplemente un ojo.




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Un pequeño regalito... no tiene nada que ver con el texto, es de un grupo muy extravagante llamado "TUXEDOMOON", y la verdad no sabria clasificar su musica pero esta canción me agrada. Espero tambien les guste.


jueves, 28 de febrero de 2008

La sonata gris

Las cuchillas con su metal y yo con mi carne, la unión inminente. Podía verlo al reflejarse mi ojo en su filo, cuando el frío de su color se asemejaba al de mis labios, que alguna vez palpitaron y parecían una rosa abierta temblando a cada beso.

El sonido de la hoja al cortar el viento y el sonido sutil de mi pena era como una sonata gris, era la aleación perfecta para mi destierro. Y el elixir era mi saliva, tibia y con sabor a angustia que aun guardaba el sabor de su rosa.

Oh! pero si siento como me rompe las carnes cuando te recuerdo, vuelvo a morir cada vez, una memoria punzante y su voz intensa.

Oh! que ese recuerdo no perturbe la dulce sonata de mi muerte, que solo me induzca a seguir sus acordes.

Oh! que amable destino, carne y metal, ya no veo semejanza ni hermandad entre la vida y yo, solo el obligado latir del corazón, aquel músculo que hace de mi cuerpo se levante sin levantarse y viva sin vivir, que le da sentido a mi materia orgánica, mas no a mi existir.

Las cuchillas con su metal y yo con mi carne, fue mi plegaria de valor todas esas horas y el maldito reloj me decía que no era capaz, el segundero más veloz que los demás me alentaba, mientras el horario y su minutero me atenuaban con su tenor pasear.

A veces también oí a las ramas y hojas rozarse por el viento, estas me hablaban de mi melancólico romanticismo, mis frustradas caricias y de la justificación de mi deseo por el frío metal.

La sonata gris con su amalgama perfecta indujo a mi carne fundirse con el metal . Y mi menguante posición entre sabanas era vista por el tenor horario que marcaba las once en punto, mientras el filo apagaba mi rosa y mi elixir sabia a él.

domingo, 6 de enero de 2008

Habitante de un claro quemado en el siglo XXXII

Cuando Brandeis despertaba solo lo hacía por el reloj, la angustiosa jornada del aire instantáneo, la luz de las ampolletas en lo alto del cielo solo querían decir que no existía la noche silenciosa, ni una luna en la oscuridad.

Al salir de la cama el desayuno, solo un energizante y un par de calmantes, el café y la leche estaban obsoletos. Luego la ducha, insensible, desnudo e incomprensible, delgadez exagerada, la vanidad hecha trizas y la belleza… un atributo de pocos.

La ropa fría y elástica, de una industria que solo vende de una talla, el genérico.

Las calles solitarias y silenciosas, el fúnebre comenzar de Brandeis, la laboriosa tarea de vivir, donde cerrar los ojos y sentir su humedad es lo mas humano que le va quedando, donde querer morir es el mas sensato de los pensamientos, donde una flor no existe, donde la familia no existe, donde vivir es solo respirar y el vaho de su aliento solo significa que algo de calor tiene su corazón, que algo mas tiene… pero no sabe qué.

Las líneas de su mano no le dicen nada… sus colores no le dicen nada, solo respira, así como se ha hecho por años, sin ritmo ni valor.

Brandeis tiene el presentimiento de que había algo mejor antes, de que antes existían cosas mas simples pero mas bellas, tiene el presentimiento de que la oscuridad es mas bella que ese foco en el cielo, tiene el presentimiento de que alguna vez la tierra fue bella… presiente que en el pasado algo se perdió y el lo quiere recuperar.

Pero es más sensato morir.
¡¡Todos mueren y nadie llora!!... Brandeis morirá, el habitante de un claro quemado, eso significa su nombre y morirá.

Y nadie llora.

No somos esfinges

Antes de todo aclarar que no se trata de un texto político ni económico, es de las idiosincrasias que ha generado la igualdad de género com...