sábado, 10 de mayo de 2008

Por simple encanto

Las pesadas dagas son todo mi peso, me desplazo por simple encanto; donde tu piel se aviva mientras tu alma se hiela y el inconfundible latir se hace impreciso; me desplazo por simple encanto, en donde el hedor de tus bramidos me dejan entrar y la simpleza de tu mente cree enloquecer. Rozo tu carne y me anticipo a recoger tu elixir de sal mientras se vuelca todo en tu enllaguesida esencia.

Hay persecuciones en tu mente mientras hiervo tu alma y se que tus ojos se ampollan de tanto clamor, se que mi camino salpicado de ti me lleva a tu cima y se que esa cima es un monte reverso; una cuenca embravecida.

Y llego ahí por simple encanto; por tu miembro latiente… le llamas corazón y yo carne; me llamas pena y yo no tengo peso ni gravito en ti, solo caigo por mi carga, las pesadas dagas son todo en mi y si eclipso tu mente se disipa el estío y ni la lluvia ni la oscuridad es tan densa como yo.

Entro abriendo todo en ti, palpando hasta el más abandonado lamento. Te tomo de las carnes y mastico tu miembro latiente, mientras avanzo por tu reflejo y cuando ves tu enlutada figura ves también la azulada necrosis de tu mirada y casi me veo… casi me faculta tu lenta marcha hacia el balcón y como por nigromancia sé que pasará. Ya ha fecundado mi roce en tu carne todo el dolor.

Y me quedo ahí por simple encanto…

No hay comentarios:

No somos esfinges

Antes de todo aclarar que no se trata de un texto político ni económico, es de las idiosincrasias que ha generado la igualdad de género com...