Puedo olerte desde mi inconciencia
y en cada sueño tú presencia.
Tu esencia me recoge y me abandona.
Y mi lengua se mueve involuntaria,
buscándote, casi sintiéndote, recogiendo sabores vanos.
A veces me hundo en mis pensamientos
y reverbero en lo que siempre quise.
Finalmente despierto en mi menguante amanecer,
donde el sol no se atreve a pasar.
Donde cada cosa respeta mi luto;
donde cada cosa no se atreve a calmar mi llanto.
Pero cada vez puedo olerte en mi inconciencia
y pensar con amargura que es solo un recuerdo…
de vuelta a pensar con mil mentiras
que no era el momento nada más,
pero en mi inconciencia el velo se deja abrir
y sé que no era amor,
sé que no era bella
y sé que esos momentos soñados se mantendrán ahí;
aunque con mil mentiras me diga
“que no era el momento”.
Puedo olerte desde mi inconciencia
y me acuna tu dura imagen quebrada para tocarme,
su indolente rostro esbozando una fascinante sonrisa.
Puedo olerte desde mi inconciencia
y casi beber tu esencia,
casi puedo recargarme en tu pecho y sentir tu sexo,
mientras tu cuello vibra al hablar;
pero solo puedo olerte...
desde mi inconciencia.
Natalia Bevilacqua
No hay comentarios:
Publicar un comentario