Antes de todo aclarar que no se trata de un
texto político ni económico, es de las idiosincrasias que ha generado la
igualdad de género como nuevo tópico en nuestra generación, en especial de las
artes y expresiones cotidianas que surgen en defensa de la mujer. Ahora si:
Siempre, siempre, desde niña me ha provocado
molestia esta tendencia de hoy en día de ir en defensa de la mujer valorando la
valentía que implica haber nacido con vagina; tanto texto sobre los “cojones”
que hay que tener para parir o sobre el flagelo de la menstruación.
Por supuesto que estoy en defensa de la
igualdad de género, pero creo que elevar la figura femenina a algo mejor
respecto a otra condición humana está muy por lejos de ir en pro de la igualdad,
habla de una estrategia compensatoria tremendamente infantil y pobre, como si
aquello mediara en la historia de enfermas desigualdades hacía nuestro género.
Para mi igualdad es respeto, no necesito (y me
molesta la verdad) que se nos trate con especial atención y cuidando nuestra susceptibilidad,
por favor!, esa es una reiteración, una desigualdad disfrazada. Cuando una
mujer escribe sus crónicas “dramáticas” sobre lo que es tener que usar sostén,
yo esperaría que llegue un tipo y nos hablé del drama que es tener una erección
en la micro y tener que esconderla… por supuesto que eso no ocurre. Las cosas
que le pasan a la mujer son motivo de poemas, crónicas y cuentos, las de los
hombres son motivo de chiste, de talla y de liviandad.
Siento que en cada feminista que ha
tergiversado el sentido de ser feminista, hay un “femi-nazi” en potencia, es un
paso a la segregación masculina, la forma en que incluso he oído que se
refieren de forma despectiva al hombre, como si su hermano, amigo o novio
tuviera la culpa de la atrocidades pasadas.
Los hombres no tienen porque vivir pidiendo
disculpas por el pasado, ese pasado esta labrado tanto por hombres como por
mujeres, ese pasado corresponde a nuestra humanidad y es tarea de la humanidad
de hoy humanizar nuestros valores, pero eso no se va a lograr con poemas rosas
sobre la regla.
Para mí un índice de igualdad es que podamos reírnos
de nosotros mismos, de nuestras diferencias (porque las hay, y muchas) y de nuestros
encuentros (porque también los hay y son muchos más), en simple psicología, es
que si logramos reírnos de nosotros mismos es que hemos superado el trauma,
pero si cada vez que se habla de menstruación debe ser con poemas y metáforas,
con rococó y empuñando la mano, y con la otra la bandera de la igualdad, lo
único que hacemos en generar un abismo más grande hacía la igualdad, porque
mitificamos y exaltamos una figura en vez de volverla a su origen, su origen
que es simple naturaleza.
Yo quiero ver a las mujeres dando el asiento a
un hombre cansado que no sea adulto mayor, yo quiero un día ver a las mujeres
invitando a cenar, yo quiero ver a la mujer caminando con naturalidad al baño
cuando lleva una toalla higiénica en la mano (y ojo, no dije orgullo, sólo
naturalidad), quiero ver mujeres que digan “vamos a un motel, yo pago”, mujeres
que si no saben arreglar algo aprendan en vez de esperar que llegue un hombre
(youtube y google es maravilloso), mujeres que puedan decir con cuantas
personas diferentes se han acostado sin que sea por penitencia o bajo los
efectos del alcohol, mujeres que sean humanas y no esfinges intocables!!!
Yo quiero mujeres espontáneamente integradas,
no está burla de mujeres que exageran lo que significa ser lo que son, por que
me parece tan maravillosa nuestra biología como la masculina, me parece tan
genial nuestras diferencias que nos permiten comulgar, así como nuestros
parecidos que nos permiten reír.