Una constante metamorfosis tenía al pobre Ingo postrado frente el devenir, todo lo alterno a él continuaba ahí por que sus pasos no soportaban el peso de descubrir lo nuevo. Estaba ahí como frente a un terrible conocimiento, pero él seguía ahí, irresoluble, como embobado, postergando el pensamiento.
Es que Ingo al igual que muchos de nosotros no quería descubrirse, temía mas de si mismo que de un mero conocimiento matemático, Ingo prefería ser incorruptiblemente ingenuo, que verse en el espejo y descubrir que la verdad no le hacia falta.
Para una eclipsada mente escribir es mas posible y si la persecución no tiene fines claros es mejor aún; es como no tener fines de lucro. Eso es lo que anhelo encontrar...
sábado, 15 de diciembre de 2007
No somos esfinges
Antes de todo aclarar que no se trata de un texto político ni económico, es de las idiosincrasias que ha generado la igualdad de género com...
-
Escribir mientras uno oye a Mozart tiene resultados extravagantes, y aqui les muestro lo que pasa al hacerlo mientras oyo Requiem en D menor...
-
Sobre gustos pecaminosos puedo decir mucho, desde aquellos inocentes que por sólo gustar mucho son culpables, hasta aquellos ocultos que qui...
1 comentario:
Me gusta. Deberías escribir más.
Publicar un comentario