domingo, 19 de agosto de 2007

“De noche, con el pecho apretado olvidando el porque de tanto pánico, fijando mi atención solo en mi cuerpo, la manera en que se mueve cuando estoy tan inestable, viendo como tiemblo, sintiendo mi respirar agitado, sintiendo el calor de mis lagrimas por mis mejillas y mi cuello. Y que después de tanto movimiento y fugaces olvidos, ya no recuerdo por que; vuelvo a mi, yo como calma y sosiego llego a mi cuerpo, me “despabilo”, y me siento, ya no me observo, soy por fin parte de mi misma. Me aquieto hasta que ya mi respiración es ligera, al compás del viento, silenciosa y por mis músculos solo circula sangre, siento como mi corazón la bombea, como llega a la punta de mis dedos, como mis pies se hielan, vuelvo a las sabanas y duermo al fin. Pero ya no recuerdo porque”.



Los últimos días me he puesto a pensar en la felicidad, en cosas que completen un rato la angustiosa búsqueda, entonces recuerdo una frase que alguna vez leí y decía, “una comida hace feliz a mas gente que el descubrimiento de una estrella” o algo así, entonces comienzo a creer que la utópica idea de ser felices podría ser posible, siendo que esta nos llega de simples gestos, de actos; y si no es así al menos algo de inocencia va quedando en mi.

He pensado en algo así como formulas para superar la eterna frustración, he pensado en modos de evasión, pero lo que realmente me evoca este pensamiento, es que paso tanto tiempo pensando en cosas, pero nunca había pensado en el porqué de tanto cuestionamiento, ¿Qué busco?

Ahora no se nada, estoy tratando de rescatar alguna fe dentro de mí, tratando de aferrarme a algo que no sean números, pero tiendo a creer que me estaría engañando al hacer eso y estando conciente de tal engaño, esto dejaría de serlo, entonces simplemente volvería a lo mismo, a no creer. En este instante se que busco alguna empatía con ese ser infantil, ese ser libre que no se cuestiona nada, aquel que vive por vivir y que le da espacio a la fantasía, deseo ser así de incorruptible y así de segura.

Puedo tender a pensar al revés y en vez de seguir buscando una respuesta como los románticos griegos, cuestionar el porque de tal búsqueda como lo haría Kant, o quizás volver de nuevo al comienzo y recrear mi realidad y configurarla como complejas ideas y todo este pensar como un falso reflejo de mis sentidos, fruto de mis cadenas como Platón, de verdad no se de que manera revestir mi pregunta, de que manera protegerme del vértigo de no saber hacia donde voy.

Pero al final y en la práctica no hay más que meros pensamientos, una locura de momento sin mayor trascendencia, la cumbre del intento por perseguir la perfección, un minúsculo esfuerzo cuando detrás esta toda la humanidad, “toda”, tratando de llegar a lo mismo que uno.

Ahora un respiro no es lo que quiero, ahora quiero ser aquel ser perfecto del que hable, que con la desnudes de su inocencia, casi evidente, descubre las cosas y sólo cree, por que no sabe de infelicidad ni de cuestionamientos, ese es mi cuento de hadas, el ser poético de mis aspiraciones.

En un principio quería la verdad, pero hoy quiero ingenuidad.

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